Sesión Abierta / por Horacio Miranda
PRI y PAS buscan a los jóvenes, pero la renovación sigue pendiente
Guasave, Sinaloa; 29 de septiembre de 2025. Este fin de semana, dos partidos que ya conocemos de sobra salieron a escena en Guasave para mostrar su “rostro joven”. El PRI tomó protesta a nuevas dirigencias de la Red de Jóvenes x México y del ONMPRI, mientras que el PAS organizó un taller sobre participación juvenil en la política. A simple vista, pareciera que ambos partidos han entendido que sin juventud no hay futuro; sin embargo, la realidad nos dice otra cosa: son partidos que llegan cansados, desgastados y con más preguntas que respuestas sobre lo que realmente pueden ofrecer a las nuevas generaciones.
El PRI, con casi cien años de existencia, intenta reconfigurarse. En el evento se habló de unidad, de puertas abiertas, de energía renovada. Pero quienes hemos visto de cerca la vida interna del tricolor sabemos que esas puertas se abren poquito y solo a quienes cuentan con el respaldo de los viejos cuadros. Los jóvenes que hoy levantaron la mano y juraron lealtad, ¿tendrán espacio real para decidir, o solo serán piezas decorativas en una maquinaria que sigue controlada desde arriba? La duda es legítima, porque el PRI se especializa en reciclar caras y discursos sin alterar el fondo.
El PAS, por su parte, trató de mostrarse como la opción fresca con su taller para jóvenes. Hablar de nuevas formas de participación política suena bien, incluso necesario en estos tiempos donde la política tradicional ya no alcanza para entusiasmar. Sin embargo, el PAS sigue atrapado en su propio laberinto: es un partido que no ha terminado de definirse. Vive de replanteamiento en replanteamiento, como si siempre estuviera en borrador, pero nunca entregara la versión final. Su dependencia del liderazgo universitario es evidente, y su reto es demostrar que puede ser más que un club de coyuntura.
Y ahí entra otro factor que no podemos ignorar: la UAS y su estructura. Esa fuerza política que está, pero que pocas veces se decide a salir del todo. Si maestros y administrativos universitarios deciden moverse, el PAS puede encontrar el oxígeno que necesita para no desaparecer en el mar de indefiniciones. Y ojo, también el PRI estaría encantado de volver a abrazar al los UASEÑOS como en el proceso pasado. La pregunta es si el PAS se quedará en la comodidad de la trinchera, o si dará el paso para convertirse en un actor que realmente dispute el rumbo de la política local.
Mientras tanto, los jóvenes siguen siendo utilizados como escaparate. Ambos partidos los muestran en fotos, en discursos, en slogans de renovación. Pero la política no se cambia con selfies ni con tomas de protesta: se cambia cuando a los jóvenes se les da poder real, cuando se les escucha y se les permite cuestionar la herencia de los viejos liderazgos.
Lo que vimos este fin de semana fue más un esfuerzo por mantener vivo el espectáculo que un verdadero ejercicio de apertura. El PRI sigue atrapado en su nostalgia y el PAS sigue buscándose a sí mismo. Y la juventud, la verdadera fuerza que podría reconfigurar nuestro futuro político, se queda en medio: convocada, aplaudida, pero aún no empoderada.
La gran incógnita es clara: ¿estamos viendo el inicio de un relevo generacional o simplemente otro capítulo de la política de escaparate?